jueves, 14 de abril de 2011

INCAS


Zona geográfica donde habitaban:
En un principio partió del Lago Titicaca (Bolivia), se instaló en el valle de Cuzco (Perú), sucesivamente abarcó Ecuador, el norte de Chile, el noroeste de Argentina y desde las costas del Pacífico hasta la selva Amazónica.   










































Vestimenta:  
La vestimenta sirvió para diferenciar las distintas etnias y territorios, como así también la clase social. De la misma manera, así como el tipo de ropa utilizada determinaba el origen del inca, también existían un conjunto de elementos que los unificaba: el derecho a llevar uncu, chullu (túnica masculina) y demás adornos que lo identificaban como grupo. Esta metodología se conservó hasta la llegada de los españoles, quienes intentaron unificar, aún más, la vestimenta local, entendiendo que ésta era una sola a lo largo y ancho de todo el imperio. 
Los materiales básicos eran el algodón y la lana, en sus diferentes variantes, alpaca y vicuña. La primera de mayor simpleza y la segunda, destinada a las clases más altas. Famosos por sus tejidos que pueden conocerse hoy en día gracias a la conservación que mantuvieron en virtud al clima desértico y pese a las tumbas en donde se hallaron, las mujeres incas eran las encargadas de hilar y tejer, tanto para el seno de la familia como para los gobernantes, magníficas telas tejidas, en pago del tributo. Los tejidos eran decorados por bordadores especializados; los motivos consistían en formas geométricas e imágenes de animales y seres humanos. A menudo, con este tipo de telas de tapicería se confeccionaban vestidos. 
Asimismo, el vestuario inca se caracterizaba por especial cuidado en el tocado, las clases más altas llevaban la insignia real que consistía en flecos agarrados con un cordón multicolor, adornado en la parte superior con plumas de aves. Las mujeres vestían de manera sencilla. Lo que las diferenciaba a una de otras según su clase, no era la complejidad en la confección sino la calidad de los géneros con que estaban fabricados los vestidos. La ropa típica era una túnica rectangular que se colocaba por la cabeza, ancha, que se ceñía a la cintura con un lazo y cuya extensión llegaba hasta los tobillos. Sobre el vestido, llevaban una capa tejida de alpaca. Las damas de la nobleza tenían el privilegio de llevar telas más sofisticadas y coloridas, como así también capas de vicuña. 
En cuanto al peinado, las mujeres lo usaban con una ralla al medio y muy largo. Al igual que la ropa, que no solo tenía carácter funcional, el cabello también connotaba estados particulares de la persona: durante el duelo se llevaba más corto, como signo de belleza representaba un especial cuidado, etc. Los peinados iban cubiertos con un pequeño manto llamado ñañaca o pancpacuna. 
En relación con la vestimenta masculina, los hombres comunes usaban una especie de poncho llamado onka que, normalmente, era tejido en alpaca. Encima de esta prenda, y en los días de frío, usaban una capa, también tejida, que se llamaba yacolla. 
A ésta indumentaria se sumaba un taparrabo, el wara cicoy, entre las piernas. Para las clases altas cobraba especial significación, la virilidad del portador. Los hombres también llevaban accesorios, que variaban según el rango y la ocasión en que eran usados: peines elaborados con espinas, madera, orejeras y alfileres de cobre, plata y oro. 
































Desarrollo tecnológico:  
Los Incas tenían grandes conocimientos de ingeniería, incluso para los estándares actuales. Un ejemplo de esto es el empleo de piedras de más de una tonelada en sus construcciones (por ejemplo en Machu Picchu, Perú), puestas una junto a la otra ajustando casi perfectamente. Los pueblos tenían canales de irrigación y sistemas de drenaje, lo que hacía muy eficiente a la agricultura. Aunque algunos afirman que los incas fueron los primeros en inventar la hidroponía, la tecnología agraria, aunque avanzada, estaba todavía basada en el suelo. Esta tecnología, que comprendía el uso de bancales escalonados, permitía obtener gran rendimiento del suelo de tierras situadas en fuertes pendientes. 

Arquitectura:

La arquitectura desarrollada en el incario se caracterizaba por la sencillez de sus formas, su solidez, su simetría y por buscar que sus construcciones armonicen el paisaje. A diferencia de sociedades costeñas como la chimú, los incas utilizaban una decoración bastante sobria. El principal material que utilizaban fue la piedra, en las construcciones más simples era colocada sin tallar, no así en las más complejas e importantes. Los constructores incas desarrollaban técnicas para levantar muros enormes, verdaderos mosaicos formados por bloques de piedra tallada que encajaban perfectamente, sin que entre ellos pudiera pasar ni un alfiler. Muchas veces esos bloques eran tan grandes que resulta difícil imaginar su colocación, las mejores muestras de esta habilidad se encuentran en la zona del Cusco. Se sabe que los mejores talladores de piedra eran collas, provenientes del Altiplano y que muchos de ellos fueron llevados al Cusco para servir al estado. 
Características 
Sencillez. Las construcciones incas carecían de adornos o decoraciones complicadas. El tallado, escultura, altos o bajorrelieves no eran utilizados de manera excesiva o decorativa. Ésta austeridad se refleja también en la disposición de los ambientes dentro de los templos, tambos o incluso dentro de la misma habitación del Inca gobernante. 
Solidez y Materialidad. Empleaban la piedra en grandes bloques sin mucha necesidad de utilizar argamasa. Las piedras, que eran gigantes, eran usadas de tal manera que encajaba una con otra.  
Simetría. Los muros incas eran perfectamente ensamblados. Las partes de sus construcciones eran iguales a partir de su eje. En planta, la simetría es difícil de apreciar ya que los espacios eran superpuestos, aunque suelen converger en un ápice o en algunos casos, en una sala principal. 
Monumentalidad. Por sus grandes proporciones. Las piedras, que eran muy grandes, ayudaban a que las construcciones fueran también grandes, por lo que se puede encontrar varios sitios en la ciudad del Cusco con monumentos de piedra bastante grandes. Tenía una adaptación a la topografía y los accidentes geográficos de la zona.  
Formas arquitectónicas incas 
Kancha. Fue la unidad de composición arquitectónica más común, consistía en un cerco rectangular que albergaba tres o más estructuras rectangulares dispuestas simétricamente alrededor de un patio central. Las canchas alojaban por lo general diferentes funciones ya que conformaban la unidad básica tanto de viviendas como también de templos y palacios; adicionalmente, varias kanchaspodían ser agrupadas para formar las manzanas de los asentamientos incas. 
Tambo. Posadas construidas a lo largo de los caminos principales del Tahuantinsuyo, llamados mesones o ventas por los cronistas. Eran edificaciones sencillas de uno o varios ambientes, las cuales eran ocupadas por los viajeros como lugares de reposo. Contenían espacios para el almacenamiento de los suministros necesarios para el sostenimiento de los caminantes. 
Construcciones arquitectónicas 
Muro inca en la ciudad del Cusco. Ruinas incas de Wiñay Wayna. Cusco - Perú. Construcción inca de Ingapirca. Provincia de Cañar-Ecuador. Puerta inca de ingreso a Huánuco Pampa. Huánuco-Perú. Fuerte de Samaipata, de antecedentes preincas y ocupado por los Incas. Departamento de Santa Cruz-Bolivia. 













Formas de escritura:
Al hablar de escritura inca, se hace referencia al medio por el cual los Incas pudieron haber expresado en distintos materiales, textos o poemas de su lengua franca: el quechua. Actualmente es un poco osado hablar de una escritura inca puesto que no se conoce por tradición algún método en que la población inca halla dejado relatos; sin embargo, no son pocos los investigadores e historiadores que se aventuran a decir que la civilización inca, con su estado tan desarrollado, el Tawantinsuyo, debió buscar y hallar una manera de dejar "escrita" su historia y relatos.  
Posibles sistemas de escritura 
Decodificando Quipus 
Representación de un quipu. Es de recordar al respecto que en los Andes no se conocía la escritura con caracteres sobre una superficie, tal y como se entiende en occidente, pero los quipus parecen haber sido una eficaz herramienta mnemotécnica en las labores administrativas de la civilización Inca y que podrían haber servido para recordar hechos acontecidos. 
William Burns Glynn plantea que los quipus eran libros con una escritura alfanumérica donde los números simbolizados en cada nudo representan una consonante de la lengua quechuay, a su vez, tienen una equivalencia con los dibujos geométricos utilizados en cenefas textiles y en la alfarería, con lo cual ellos también se convierten en textos de escritura incaica. 

Producción literaria:

Antes de la conquista española existía una rica y variada literatura oral en el área del Imperio inca. Algunas muestras de poesía religiosa, narraciones y leyendas quechuas han llegado a nosotros gracias a que fueron transcritas por cronistas como Cristóbal de Molina, el Cuzqueño, autor de Fábulas y ritos de los incas (1573); Santa Cruz Pachacuti, indio evangelizado defensor de la Corona española, que escribió la Relación de antigüedades de este reino del Pirú (1613), donde describe la religión y filosofía quechuas y recoge en lengua quechua algunos poemas de la tradición oral; el Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616); y Felipe Guamán Poma de Ayala cuya obra Nueva crónica y buen gobierno permite reconstruir buena parte de la historia y genealogía de los incas, así como numerosos aspectos de la sociedad peruana posterior a la conquista. No existen registros escritos de sus textos literarios, sino existen  relatos que pertenecen a su tradición oral y que fueron transcriptos por los conquistadores españoles y sus cronistas.
Gracias a ellos y a otros cronistas del siglo XVII, una parte de este legado pervivió y es una fuente viva para la literatura posterior. Esa labor fue continuada mucho después por antropólogos, historiadores e investigadores modernos y contemporáneos; en este siglo, uno de los más influyentes es José María Arguedas, importante también por su obra novelística, que subraya la importancia del carácter bilingüe y multicultural del Perú.

El pueblo Inca no conoció la escritura, pero esto no fue obstáculo para que desarrollaran una literatura en lengua quechua en géneros como el épico, el dramático y el lírico. Existían las  poesías como los lli, que eran una especie de himnos guerreros, o los Harawi, que, por el contrario, eran canciones de amor y de ausencia. 
El género más característico fue la crónica. Entre los cronistas que nacieron en el Cusco o que crearon su obra en la antigua capital incaica destacan Inca Garcilaso de la Vega, con sus "Comentarios Reales de los Incas". El Inca Garcilaso de la Vega (1540-1616) es, sin embargo, quien alcanza estatura universal.  Garcilaso es ante todo el autor de esa mezcla de crónica histórica, literatura y autobiografía que son los "Comentarios Reales de los Incas", libro en el que el Inca hace una reconstrucción de la vida en el imperio de los incas. 
En los Comentarios Reales, se preocupa por el rescate de la cultura y la verdad de los incas en contra de las malas interpretaciones españolas.

La literatura del Cusco republicano está marcada por la preocupación que los artistas sienten por la situación de postración en que viven las masas indígenas, así como por el afán de revalorar y rescatar las más diversas expresiones culturales de este sector por entonces mayoritario de la población. En la narrativa, esto se tradujo en el surgimiento de la novela indigenista, cuyas primeras manifestaciones las encontramos en el siglo XIX.  
La poesía es el género preferido por varias generaciones de escritores cusqueños a lo largo del siglo XX, pero son sobre todo, dos los que destacan y cuya obra trasciende los marcos locales, Luis Nieto Miranda (1910-1998) y Andrés Alencastre (1911-1983); el primero, un exponente del "cholismo", una vertiente de la poesía peruana que revalora las expresiones culturales de los mestizos o "cholos", y el segundo, el más importante cultor en el Perú de la poesía en idioma quechua.
Otro momento interesante de la literatura cusqueña colonial está relacionado con el quechua y se produce a partir de fines del siglo XVII. Por entonces, el nacionalismo en germen de sectores criollos hace que se empiece a producir una literatura en el idioma nativo que busca adueñarse del pasado incaico. Tal es el caso, por citar sólo los ejemplos más representativos, de los dramas en que chua Uscar Pauca y Ollantay. De hecho, algunos estudiosos consideran que el período que va de fines del siglo XVII a finales del XVIII, es el "siglo de oro" del quechua literario. 

El OLLANTAY:

Es un texto dramático descubierto en 1770 por Antonio Valdés, en Cuzco. La riqueza de su trama y el realismo de sus caracteres han atraído a estudiosos de distintas épocas y originando una polémica acerca del verdadero origen de la obra. La acción ha sido organizada en dos tiempos: la primera parte transcurre durante el reinado de Pachacútec y la segunda, en la época de Tupac Yupanqui en el siglo XV.

Cuenta con cuatro núcleos argumentales:

· el nacimiento del amor de Ollanta por Coyllur;
· la negativa del Inca en cuanto a permitir un matrimonio contrario a las leyes divinas;
· el rebelión de Ollanta;
· el final feliz como reconocimiento a la valentía del guerrero.

El Ollantay fue para algunos, compuesta durante el dominio inca por un poeta no identificado y ha llegado hasta nosotros por transmisión oral. Y para otros, la obra fue compuesta en el período precolombino.
Esta obra fue escrita en verso y está dividida en cuatro actos. En esta obra se unen elementos naturales y sobrenaturales.
La secuencia dramática alcanza su clímax con el enfrentamiento de Ollanta, que regresa triunfante a poner su victoria a los pies de su señor.


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