jueves, 14 de abril de 2011

AZTECAS


Zona geográfica donde habitaban:
Los aztecas se establecieron en México-Tenochtitlan, en el centro del Valle de México, expandiendo su control hacia ciudades-estado ubicadas en los actuales estados de México, Veracruz, Puebla, Oaxaca, Guerrero, la costa de Chiapas, Estado de Hidalgo, y parte de Guatemala. El territorio que se conquistó no fue de un monótono clima, sino que abarcó climas tan variados como el clima polar de alta montaña hasta los climas cálidos. Hubo una gran variedad de ecosistemas desde bosques de coníferas, mixtos, caducifolios hasta los ecosistemas cálidos como lo son las selvas tropicales, desiertos rocosos, selva caducifolia, manglares, bosque tropical, entre otros ecosistemas. 





















Vestimenta:
Los aztecas se destacaban por la diversidad de su vestuario y el colorido que presentaban. Los trajes se diferenciaban según los méritos en campaña, caracterizados por complejos tocados, adornos de oro y conchas. Las mujeres llevaban el huipil y quechquemitl, camisola, una falda debajo, y mantilla, respectivamente. Los pigmentos para teñir los géneros eran de origen natural, el índigo, provenía de una planta indigófera y el rojo o púrpura se extraía de un tipo de caracol. 
Los hombres usaban el maxtle o taparrabo, una tira de algodón que pasaba por las ingles, enlazándose a la cintura y una especie de sandalia llamada cactli que sólo tenían talonera y tiras para ser anudadas a la pantorrilla. Los vestidos, tanto de hombre como de mujer, cuando no eran tejidos, se confeccionaban en fibra de Ixtle o del manguey que se obtenía mediante el raspado de sus hojas o ramas, obteniéndose así los hilos. El arte plumario constituía realmente una destreza particular. De aves propias del lugar o criadas en cautiverio, las plumas se clasificaban por su tamaño y color, sobre valorándose las de color verde de quetzal, cuya importancia era mayor que la concedida al oro. Éstas no solo se llevaban en los tocados, también en los escudos de los guerreros, cuyo vestuario en ocasiones representaba a sus dioses. 



















Desarrollo tecnológico:
El calendario Azteca fue un gran aporte para la humanidad, pero tengamos en cuenta que las civilizaciones que nombras fueron muy avanzadas y tenían contacto con otros países, eso ayudo mucho a obtener conocimientos. Aunque los aztecas conocían un tipo de escritura jeroglífica, con rasgos incipientes de fonetismo la transmisión de cultura se realizó principalmente en forma oral. El sistema de enseñanza era severo y se basaban en el estudio de la historia y la religión nacionales. Uno de los logros culturales más destacados fue la invención de un sistema de cómputo del tiempo basado en la combinación de varios calendarios. 
Otro desarrollo fue la plumería, fue una de las expresiones más originales y características de los aztecas, especialmente en la elaboración de mosaicos. Las aves utilizadas para estos trabajos procedían de los bosques tropicales del sur de México y Guatemala, o bien eran criadas en cautividad y cazadas con técnicas refinadas que no dañaban el plumaje de la presa. 
Eran clasificadas de acuerdo con el tamaño, calidad y color, siendo las más apreciadas las verdes de quetzal (sobre todo las longuísimos caudales); las rojas del tlauquecholli, parecido al flamenco, y las azules turquesa del xiuhtótotl. Los especialistas dedicados a estas tareas se llamaban amanteca y eran muy apreciados, destacando los de Tlatelolco, Texcoco y Huaxtepec.

Arquitectura:
La capital del Imperio azteca era Tenochtitlan. Construida sobre una serie de islotes en el lago de Texcoco, el planeamiento urbanístico estaba basado en un trazado simétrico que dividía la ciudad en cuatro sectores calpullis. La ciudad estaba comunicada mediante canales que eran útiles para el transporte. Tenochtitlan fue construida según un plan fijo y centrada en el recinto ritual, donde el Templo Mayor se elevaba 50 m sobre la ciudad. Las casas estaban hechas de madera y marga, los tejados estaban hechos de cañas, aunque las pirámides, los templos y los palacios estaban generalmente hechos de piedra. 
Alrededor de la isla, se usaban lechos de chinampa para cultivar alimentos así como, con el tiempo, aumentaban el tamaño de la isla. Las chinampas, llamadas erróneamente «jardines flotantes», eran largos y elevados lechos de plantas puestos sobre los fondos poco profundos del lago. Fueron un sistema agrícola muy eficiente y podían proporcionar hasta siete cosechas por año.  
El tipo de construcción más original era el de los templos gemelos, con doble escalinata de acceso. Ese modelo respondía en los templos principales de Tlatelolco y Tenochtitlán. Se colocaban parejas de dioses, como la de Huitzilopochtli–Tláloc en el templo mayor de Tenochtitlán, sobre una sola plataforma piramidal, donde hacía que su estructura sea alargada y presente una doble escalinata de acceso. 
Entre los tipos arquitectónicos más comunes estaban los templos piramidales de planta cuadrada o rectangular con una sola escalinata de acceso en la parte frontal, delimitada por dos alfardas lisas. Muchas de las pirámides de Tenochtitlán seguían este modelo. 
Dos de las más extraordinarias creaciones arquitectónicas de los aztecas fueron Tepoztlán y Malinalco, ambas excavadas en la roca y terminadas con construcciones de mampostería. El templo de Tepoztlán era de planta rectangular y tenía dos salas. 
ORFEBRERÍA 
Aunque los orfebres mixtecos que realizaron las ofrendas de las tumbas de Monte Albán fueron los mejores de Mesoamérica, los aztecas alcanzaron tal pericia en la fundición, combinando oro y plata, que no se quedaron atrás. Los metales se utilizaban fundamentalmente para hacer joyas: collares, pendientes, pectorales, orejeras, bezotes (adornos que se colocaban en un orificio practicado bajo el labio inferior) y pulseras. También se hacían figuras y recipientes. Utilizaban la cera perdida y eran maestros en la fundición, hasta el punto de fabricar figuras articuladas. Frecuentemente se combinaban los metales con piedras semipreciosas como el jade, la amatista y la turquesa, formando collares y adornos de gran belleza. 
CERÁMICA 
Las figurillas femeninas aparecían de pie, con el cabello dividido en dos crestas o bucles que se elevan sobre la cabeza, un faldellín decorado que llegaba hasta los pies, y solían llevar en sus brazos otras dos figuras más pequeñas. 














Forma de escritura:
Los Aztecas escribían usando símbolos similares a los caracteres usados por los chinos y los japoneses. Todos los símbolos eran dibujos de una clase o de otra.  Los nombres personales de los aztecas eran del tipo descriptivo que se podía representar en grifos. El nombre del emperador Acamapichtli significa "Puñado de Cañas" y su glifo es un antebrazo con la mano asiendo un fajo de tallos. Chimalpopoca, el nombre del siguiente gobernante, significa "Escudo Humeante", y su sucesor fue Itzcoatl o "Serpiente de Obsidiana". 
También había un elemento fonético en la escritura Azteca. Toda palabra en el lenguaje hablado tiene un sonido así como un significado, y los grifos eran algunas veces usados para indicar el valor fonético de la palabra en lugar de su sentido. De esta manera, para dar un ejemplo del español, un dibujo de un ojo es un pictograma (que significa un ojo como parte del cuerpo) o un ideograma (expresando la idea de visión); un fonograma expresaría el sonido aunque el dibujo no tuviera nada que ver con el significado. Los dibujos eran a veces usados por su sonido sin hacer referencia a su significado, el símbolo diente (tiantli en lengua Azteca) expresaba la silaba ‘tlan’; el glifo 
para el árbol o bosque (quauill) significaba la silaba 'quauh', una piedra (tell) para 'te', una montaña (tepeti) por 'tepe'. Las vocales eran algunas veces representadas fonéticamente; el sonido 'a' por el símbolo de agua (all) o '0' por un camino (olli). 
Los nombres de los pueblos podían ser expresados como una combinación de fonogramas. El signo para la capital Azteca, Tenochtitlán, era una piedra (tell) de donde brotaba un espinoso cactus (nochili); Tochtepecan se indicaba con un conejo (tochtli) arriba de una montaña (tepeti); quauhtitlan por un árbol (quauitl) con un diente (tiantli), quauhnauac con un árbol con un lista emitida desde el (nahuall -discurso). 
Estos símbolos no fueron puestos en secuencia, uno detrás de otro como las letras y las palabras en un libro, si no que formaban parte de una composición mayor que con frecuencia tomaba la forma de una escena en la cual muchas cosas podían estar pasando al mismo tiempo. Un manuscrito Azteca no se lee, en el estricto sentido de la palabra, si no que es descifrado como un rompecabezas en el que los grifos proveen etiquetas y pistas sobre lo que esta pasando. La parte baja del dibujo generalmente representa la tierra, mientras que la parte superior es el cielo. Ya que los aztecas no habían descubierto las reglas de la perspectiva, la distancia se representa poniendo las figuras más lejanas en la parte superior de la página y las más cercanas en la parte de abajo.  
También el color era importante. Los signos para el pasto, cañas y juncos se ven casi iguales en blanco y negro, pero en color no puede haber errores: en el Código Mendoza el pasto es amarillo, las cañas son azules y los juncos son verdes. Un gobernante puede ser reconocido inmediatamente por la forma y el color de su diadema, turquesa, que estaba reservado para uso real. 
Un escriba que podía mantener el paso con los procedimientos de corte tenía todos los motivos para estar orgulloso de sus habilidades Aztecas. Ambas, escritura y lectura eran por lo tanto habilidades especializadas y no hay duda de que la población permanecía analfabeta. La escritura no era enseñada en las escuelas a las que asistían los niños plebeyos y seguramente los hombres ordinarios no tenían necesidad de ella. En una sociedad burocrática y centralizada, el hombre común recibía sus instrucciones de arriba, de los sacerdotes quienes cuidaban el lado religioso de su vida, o de los oficiales seculares quienes eran sacados de la nobleza y tenían el beneficio de una educación calmecac. 
Números. Los aztecas usaban un sistema vigesimal, contando de veinte en veinte. Los números del 1 al 19 eran expresados con puntos u ocasionalmente con dígitos; el 20 era representado por una bandera; el 400 (20 x 20) por un signo que parecía una pluma o un abeto; y el 8,000 (20 x 20 x 20) por una bolsa o un saquillo adornado con borlas que se imaginaba que contenía 8,000 judías de cocoa. 

Producción literaria:

A la llegada de los españoles muchos de los textos de los códices prehispánicos fueron recopilados en libros escritos en lengua náhuatl con caracteres latinos. Entre ellos destacan los llamados Anales de Tlatelolco, los Códices Matritenses de fray Bernardino de Sahagún y, sobre todo, por su gran calidad literaria, la Colección de cantares mexicanos y los romances de los señores de la Nueva España, donde se ensalza lo bello, lo efímero y lo sutil de la vida. El mundo de la música y la danza corría parejo al de la literatura. Por lo que sabemos existieron gran variedad de instrumentos musicales de los que se sirvieron para realizar escalas pentatónicas y, en ocasiones, de seis, siete o más tonos. 
Los aztecas tuvieron una escritura ideográfica o jeroglífica. Con la llegada de los españoles, estaban en la etapa fonética.  Los tres lugares más importantes para el desarrollo cultural y literario lo constituyeron Tenochtitlán, Texcoco y Cualhtitlán. Tenochtitlán era la capital del imperio azteca (México) y poseía museos que han desaparecido. 
La poesía azteca era cantada y bailada, los temas eran los héroes, la historia, la vida y la muerte, cargados de significación religiosa. Componían también himnos a los dioses: los cantos divinos (teocuícatl) y los cantos guerreros (yaocuícatl). Usaban el verso de dos hemistiquios. 
Los poemas aztecas contaban con cantos y bailes. Ellos solían entonar cantos divinos y guerreros. Una de las grandes producciones aztecas fue la de la poesía de Nezahualcóyotl. La poesía de esta sociedad era desarrollada por los gobernantes y los sacerdotes. Los poemas aztecas podían ser recitados al ritmo de tambores y trompetas. Algunas veces incluían palabras que no tenían ningún significado y que sólo servían para marcar el ritmo. Frecuentemente eran dedicados a los dioses, pero también trataban de otros temas como la amistad, la guerra, el amor y la vida.

La poesía en lengua náhuatl:

El náhuatl, idioma rico en vocabulario y de expresión elegante, aparece como vehículo apropiado para transmitir ideas abstractas o difíciles. Los nahuas cultivaban el arte del buen decir. Quienes lo dominaban o “tlaquetzqui” es decir, “aquel que al hablar hace ponerse de pie a las cosas”, eran los creadores o poetas.
La lengua náhuatl no llegó a tener un sistema de escritura fonética como la maya pero la mayor parte de su rica literatura pudo ser preservada de la destrucción y el olvido. Así, muchas narraciones de origen mítico, se pudieron conservar.
La literatura náhuatl consigna la genealogía divina, los hechos de sus héroes y los ritos religiosos en una gran variedad de muestras literarias. Ésta comienza también por la expresión épica, esto es, aquella forma poética donde se engloban la epopeya, el cantar de gesta, el romance, el mito, la leyenda y el cuento. La poesía épica relata las acciones de héroes.

Los mitos constituyen la primera manifestación espiritual de los nahuas.

Los temas de la poesía azteca revelan la concepción filosófico religiosa de este pueblo: se refiere a la fragilidad de todo lo terreno, de la vida después de la muerte y de la gloria de morir luchando.

Quetzalcóatl era su principal divinidad. En él se expresaba la dualidad cuerpo – espíritu que solo se resolvía mediante la purificación y el sacrificio.
Usaban formas estróficas irregulares, basadas en pies rítmicos, en las que abundaban paralelismos, estribillos, antítesis y difrasismos.

Los tlahtolli:  

Aunque se acepta a la poesía como la manifestación inicial de toda cultura, poco a poco fue surgiendo la prosa. En las culturas indígenas americanas también se encontraron textos poéticos y textos prosificados de muy diversa índole; los aztecas les dieron el nombre genérico de “tlahtolli”.

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