jueves, 14 de abril de 2011

GUARANIES

Zona geográfica donde habitaban:

Los Guaraníes habitan actualmente, al igual que lo hacían en el pasado, el territorio que corresponde al suroeste de Brasil, noreste de Argentina, Paraguay, parte de Bolivia y parte de Uruguay. En el pasado su subdivisión de acuerdo al territorio que ocupaban era la siguiente:
Guaraníes de las islas o Chandules: se establecieron en las islas del Delta del río Paraná y en ambas costas.
Guaraníes del Carcarañá: en la actual provincia de Santa Fe, en la desembocadura del río Carcarañá.
Guaraníes de Santa Ana: los denominaron así los españoles por hallarlos en la región llamada Santa Ana, en el norte de la actual Corrientes.
Cáingang o Cainguás: del interior de la provincia de Misiones, Corrientes y Entre Ríos; y en Uruguay hasta la altura de la actual ciudad de Concordia.
Los Chiriguanos: se afincaron en el Chaco salteño y en el territorio boliviano.















Vestimenta:
Los hombres prácticamente no usaban ropa, en cambio las mujeres usaban una especie de tapa triangular de plumas o algodón tejido por ellas mismas. Desde la llegada de los misioneros los hombres comenzaron a utilizar un chiripá y una especie de taparrabos (baticolas) confeccionadas con la chala u hojas del maíz, fibra de ortiga o algodón; las mujeres comenzaron con el uso del typoi (túnica del algodón sin mangas, hasta los tobillos), para los días fríos se utilizaba el killapy' una especie de manto hecho con pieles como las del roedor acuático llamado killá o quillá. (“KYJÁ" es el nombre correcto)
Hombres y mujeres utilizaban adornos, tatuajes con pinturas fabricadas con la mezcla de especies vegetales, complementado con plumas de aves, amuletos colgados en el cuello, collares confeccionados con huesos de animales y semillas.
Los distintivo entre varones y mujeres consistía en que los varones a partir de la pubertad llevaban una especie de clavo (de madera, hueso o piedra) ensartados debajo del labio inferior (tembetá) y las mujeres en las orejas.









Desarrollo tecnológico:
Confeccionaban sus útiles para cocinar, comer y tomar agua en arcilla. No trabajaban el metal pero eran unos excelentes alfareros. Sus cerámicas eran algunas muy grandes para guardar una bebida de maíz y algunas inclusive servían como urnas funerarias para enterrar a los muertos.  También en cerámica sus hornos para las pipas para fumar tabaco en sus ceremonias.
Con corteza fabrican unos recipientes con diferentes formas: cilíndricos, con tapas, etc. Se usaban para transportar las cosechas desde el campo y para guardar  adornos y ropa. Con cestería se confeccionaban cemidores para la harina de maíz o mandioca. De la calabaza, con su cáscara seca, fabricaban platos, botellones. De madera formaban sus cucharas, morteros para moler el maíz para formar harina, banquitos para sentarse.  Se ocupaban de hacer sus casas, sus propios instrumentos de trabajo, sus armas, sus adornos, los utensilios del hogar, mobiliario, cerámica y cestería. Productos deleznables, la mayoría de ellos no dejaron restos.


Arquitectura:
Las aldeas de los guaraníes eran establecidas a las orillas de los ríos, por los que navegaban con facilidad gracias a las canoas que construían con troncos. Sólo cuatro u ocho viviendas –llamadas malocas–, formaban parte de la villa. Estas construcciones eran, en definitiva, grandes casas comunes con capacidad para entre 30 y 100 familias, hechas con troncos y ramas. Cada poblado estaba a cargo de un "tubicha" o cacique, para quienes trabajaban el resto de los vecinos y cuyo poder era hereditario.
Vivían en aldeas, en tribus que ocupaban en los claros de la selva, las familias vivían en casas comunales que tenían su jefe , este tenía su aposento en el centro de la cabaña, que era larga hasta 60 metros, de una sola pieza donde cabían de 60 hasta 120 personas, los jefes de las casa comunales formaban el consejo de jefes, en el que eran tratados y resueltos los principales problemas de la comunidad, la aldea estaba dirigida por un jefe político llamado Mburubichá, y un jefe religioso llamado Shaman , la familia y el matrimonio constituían el núcleo básico de la sociedad.
Viviendas: al ser sedentarios podían construir grandes casas comunitarias hechas con troncos y hojas y en ella habitaban varias familias relacionadas. Las aldeas se formaban con 4 y hasta 8 casas, y se rodeaban con empalizadas.
En las regiones guaraníes del norte, las casas eran más pequeñas, cilíndricas y con paredes de barro y paja.














Formas de escritura:
Los Guaraníes no conocieron la escritura, solo tuvieron arte oral. Cuando fue avanzando este pueblo en 1867, el mariscal Francisco Solano López, presidente de Paraguay, creó un Convenio de Escritura para regularlo, pero su esfuerzo no dio resultados.
La escritura fue regulada finalmente en el modelo actual en 1950, en el Congreso de la Lengua Guaraní realizado en Montevideo, por iniciativa de Reinaldo Decoud Larrosa. El sistema elegido tuvo influencia de la notación del Alfabeto Fonético Internacional, y ahora se usa en todo el Paraguay.
Sin embargo, todavía hay algunos desacuerdos entre los lingüistas en detalles del modelo. Algunos creen que el dígrafo CH debería ser cambiado por X; y que G̃ debería ser reemplazado por una simple G, con la tilde colocada en una de las vocales adyacentes. El nombre guaraní del alfabeto achegety es un neologismo formado con a-che-ge (el nombre de las tres primeras letras) y ty que significa "agrupación", "conjunto". Consiste de 33 letras.


Producción literaria:
Muchas son las leyendas guaraníes que enriquecen el acervo folklórico-cultural de las regiones de las cuencas litoraleñas del Paraguay y el Paraná. Estas culturas son riquísimas en su producción de historias y músicas que expliquen las cosas que les rodean, y en la preservación de las tradiciones ancestrales.
Los idiomas hablados por estos pueblos pertenecen a la familia tupí-guaraní. El guaraní paraguayo era junto con el español lengua oficial en el estado del Paraguay, y el guaraní correntino era co-oficial junto con el español en la provincia de Corrientes, en Argentina. La familia Guaraní-Tupí habitaba gran parte de los actuales territorios de Brasil, Paraguay, Argentina, Uruguay, Guayana, Bolivia, Perú y Ecuador. El núcleo guaraní propiamente dicho se centraba entre los ríos Paraná y Paraguay con ciertas prolongaciones.
La primera lengua aprendida por los niños es el guaraní en su variante MBY'A, pero la más utilizada para establecer relaciones con los blancos era el Yopará o Guaraní paraguayo. 
La recolección de los textos Apapokúva son un ejemplo de producción literaria de los pueblos guaraníes.
El guaraní es un pueblo que tenía los ojos puestos en el mundo ultraterreno que intenta adivinar. Cree que el hombre es el que liga la tierra con el mundo de los dioses. Debido a esta razón, las actividades artísticas sirven en realidad para provocar el aislamiento mítico.
La actitud del guaraní ante la vida, ha producido una rica literatura. Sus géneros literarios van desde los textos míticos de los mbyás, una de las tribus guaraníes más rebeldes, hasta las canciones religiosas secretas y las del lenguaje corriente.
Los guaraníes creían que Ñande Ru, el Creador del mundo, había surgido en medio de las tinieblas originales.
Kuaa-ra-ra es una de las palabras sagradas que no son pronunciadas por los mbyás frente a los extraños. Su significación lateral es “poder creador de la sabiduría”. Junto con las palabras tataendy y tatachina, que quieren decir, respectivamente, “llamas” o “manifestación visible de la divinidad” y “tenue neblina” o “neblina vivificante que infunde vitalidad a todos los seres”, se integra a uno de los conceptos más elevados de la religión guaraní y por lo tanto, estas palabras, forman parte de la literatura.
Este era el inicio del canto sagrado de los Mby'a Guarani del Guairá, recogido por León Cadogan, cuando los  indígenas todavía vivía en aquella región y aún se acordaba de los fundamentos de su ser — la palabra sagrada, cuya creación por Nuestro Verdadero Padre se explica míticamente en este canto:
El verdadero Padre Ñamandu, el primero,
De una pequeña porción de su propia divinidad,
De la sabiduría contenida en su propia divinidad,
Y en virtud de su sabiduría creadora
Hizo que se engendrasen
Llamas y tenue neblina.
Habiéndose erguido,
De la sabiduría contenida en su propia divinidad,
Y en virtud de su sabiduría creadora
Concibió el origen
Del lenguaje humano.
De la sabiduría contenida en su propia divinidad,
Y en virtud de su sabiduría creadora,
Creó nuestro Padre el fundamento del lenguaje humano
E hizo que formara parte de su propia divinidad.
Antes de existir la tierra,
En medio de las tinieblas primigenias,
antes de tenerse conocimiento de las cosas,
creó aquello que sería el fundamento del lenguaje humano
hizo el verdadero Primer Padre Ñamandu
que formara parte de su propia divinidad.
Habiendo concebido el origen del futuro lenguaje humano
de la sabiduría contenida en su propia divinidad,
en virtud de su sabiduría creadora
concibió el fundamento del amor.
antes de existir la tierra,
en medio de las tinieblas primigenias
antes de tenerse conocimiento de las cosas,
y en virtud de su sabiduría creadora,
el origen del amor lo concibió.
Habiendo creado el fundamento del lenguaje humano,
habiendo creado una pequeña porción de amor,
de la sabiduría contenida en su propia divinidad,
y en virtud de su sabiduría creadora
el origen de un solo himno sagrado lo creó en su soledad.
Antes de existir la tierra
en medio de las tinieblas originarias,
antes de conocerse las cosas
el origen de un himno sagrado lo creó en su soledad.
Habiendo creado, en su soledad, el fundamento del lenguaje
habiendo creado, en su soledad, una pequeña porción de amor
habiendo creado, en su soledad, un corto himno sagrado,
reflexionó profundamente
sobre a quién hacer partícipe del fundamento del lenguaje:
sobre a quién hacer partícipe del pequeño amor;
sobre a quién hacer partícipe de las series de palabras que componían
el himno sagrado.
Habiendo reflexionado profundamente,
de la sabiduría contenida en su propia divinidad,
y en virtud de su sabiduría creadora
creó a quienes serian compañeros de su divinidad.
Habiendo reflexionado profundamente,
de la sabiduría contenida en su propia divinidad,
y en virtud de su sabiduría creadora
creó al (a los) Ñamandu de corazón grande.
Lo creó simultáneamente con el reflejo de su sabiduría.
Antes de existir la tierra,
en medio de las tinieblas originarias,
creó al Ñamandu de corazón grande.
Para padre de sus futuros numerosos hijos,
para verdadero padre de las almas de sus futuros numerosos hijos
creó al Ñamandu de corazón grande.
A continuación
de la sabiduría contenida en su propia divinidad 
y en virtud de su sabiduría creadora
al verdadero Padre de los futuros Karai
al verdadero Padre de los futuros Jakairá
al verdadero Padre de los futuros Tupã
les impartió conciencia de la divinidad.
Para verdaderos padres de sus futuros numerosos hijos,
para verdaderos padres de las palabras-almas de sus futuros numerosos hijos
les impartió conciencia de la divinidad.
Por haber ellos asimilado
la sabiduría divina de su propio Primer Padre;
después de haber asimilado el lenguaje humano;
después de haberse inspirado en el amor al prójimo;
después de haber asimilado las series de palabras del himno sagrado
después de haberse inspirado en los fundamentos de la sabiduría creadora,
a ellos también llamamos:
excelsos verdaderos padres de las palabras-almas;
excelsas verdaderas madres de las palabras-almas.


DIAGUITAS



Zona geográfica donde habitaban:

Habitaban los cerros y valles del noroeste de Argentina (NOA), en las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, norte de San Juan, extremo noroeste de Córdoba (Argentina) y el Norte Chico de Chile, en los valles transversales de las regiones de Atacama y Coquimbo teniendo al oeste de los Andes como límite aproximado el río Choapa. Aún se conservan restos de sus ingeniosas construcciones llamadas por los quechuas Pukara (o pucará) como la Ciudadela de los Quilmes en Tucumán, Tilcara en Jujuy, Fuerte Quemado en Catamarca, Tolombón, Chicoana, y Atapsi en Salta, etc. 




















Vestimenta:  

Del tipo de vestimenta que usaban los diaguitas, se sabe que utilizaron el algodón y la lana de llama. Utilizaban collares y adornos de piedra de malaquita y de conchas.  
• UTENSILIOS: 
Los diaguitas utilizaban distintos tipos de herramientas hechas de cobre, pinzas, cinceles, espátulas. También usaban herramientas de hueso, como cucharas magníficamente talladas con figuras de hombres y animales, también torteras que servían para hacer girar el huso de hilo, puñales, agujas, roldanas, barbas para arpón.  
Los diaguitas también tenían una alfarería doméstica, que no era pulida ni pintada; era de color terroso, gris, muchas veces negro tizano por el uso en contacto con el fuego. Estos tipos de cántaros son variados en forma y tamaño: hay algunos rectos como taza, otros muy alargados, los hay como miniaturas y cántaros de hasta 32 cm. de diámetro, por 45 cm. de largo.


























Desarrollo tecnológico:
Los diaguitas eran diestros alfareros. Cada familia fabricaba sus ollas, cántaros y vasijas. Además, había artesanos especializados que realizaban, las urnas funerarias, donde los diaguitas enterraban a sus muertos. El desarrollo de la alfarería lo clasificaron en tres etapas: 
 Diaguita I o “Transición” 
Realizaban escudillas (platos semiesféricos achatados) con líneas y figuras geométricas por los lados, desde simples escalas rojo-negro a rojas y negro sobre fondo blanco, divididas por una figura antropomorfa o zoomorfa. En esta fase y en la II aparecieron los jarros patos y jarros zapatos. La metalurgia era simple y escasa. 
Diaguita II o “Clásica” 
Construyeron  platos con borde cilíndrico, el cual puede abrirse a medida que aumenta la altura. 
 Diaguita III o “Diaguita-Inca” 
En los diseños aparecieron los triángulos, reticulados y “tableros de ajedrez”, los jarros de asa vertica, arríbalos y otros diseños. Los entierros eran acompañados por cerámicas elaboradas con diseños locales y con diseños Incas, pero casi todas elaboradas en los Valles, sólo en casos emblemáticos eran enterrados con cerámicas provenientes del Cusco. La metalurgia se enriqueció con aportes andinos como cinceles, Temis (cuchillos semilunares) y topus (prendedores) generalmente de cobre o bronce, el oro resultaba muy escaso y asociados a adornos traídos del Cusco. 

Arquitectura:  
Fueron pueblos sedentarios bien constituidos. Vivían en aldeas cuyas chozas estaban elaboradas de un armazón de palos cubiertas por ramas y vegetales. 
Sus casas fueron de piedra, con paredes de pircas secas o de barro amasado cuyo espesor oscilaba entre los 0,50 y los 2 metros de espesor. En líneas generales, su planta era rectangular y el techo un sólido armazón plano construido con vigas y tablones de cardón recubiertas de cañas, al que se le agregaba un cuadriculado de materia vegetal sobre el que se echaba una capa de barro amasado, mezclado con paja y otras sustancias, construcción denominaba “techo de torta”. 
Aunque la planta rectangular fue lo más común, también las hubo cuadradas, circulares, elípticas, semicirculares y hasta de forma irregular. La superficie cubierta osciló entre los 12 y los 16 m2 aunque las hubo también de hasta 40 m2 y más también, posiblemente residencias de individuos de importancia, templos o habitáculos múltiples. Disponían de puertas y ventanas no muy amplias, cuyos cimientos y sus primeras ringleras se hallaban marcados con grandes lajas. Había también de una, dos, tres y hasta cuatro habitaciones que, en algunos casos, se intercomunicaban entre sí e incluso, con otras moradas, a través de corredores. Los pisos suelen ser de tierra apisonada pero, en muchos casos estuvieron cubiertos total o parcialmente por lajas. 
En las ciudades y poblados diaguitas y calchaquíes destacaban edificios particulares y públicos, estos últimos de carácter militar o religioso y otros, más rudimentarios, que sirvieron de silos, almacenes y corrales. Esas poblaciones, que en tiempos de la conquista fueron llamados “pueblos viejos”, estuvieron situados generalmente, al pie de los cerros, no así sus fortalezas, los “pucarás”, que fueron edificadas en la parte alta. Hacia ellos se dirigían que los habitantes de las primeras en tiempos de guerra ya que disponían de murallas y defensas adecuadas. 
Los comechingones, que vivieron en Córdoba y no fueron diaguitas ni calchaquíes, recibieron mucha influencia de los diaguitas, a quienes seguramente admiraban, construyendo sus viviendas en grutas y cavernas a las que cerraban con paredes de pircas secas, dejando abierta una puerta angosta. Muchas de esas viviendas fueron semisubterráneas y la pared frontal que las cerraba, semicirculares características que también se dieron en la provincia de San Luis.  

Formas de escritura:
Había una fluctuación gráfica entre sorda y sonora (la cual debe originarse en la tradicional mala audición de los españoles frente a las lenguas indígenas). 
Algunas palabras en kakán eran: 
• Ao, hao, ahao = pueblo. 
• Gasta = pueblo. 
• Kakanchik (transcripto al castellano: "cacanchic")=Nombre de una deidad al parecer de la fertilidad. 
• Titakin (transcripto al castellano titaquín)*señor y rey*. 
• Zupka="altar", lugar de sacrificio. 
Producción literaria:

Muchas narraciones se transmitieron en forma oral entre distintas generaciones, aunque tardaron siglos en plasmarse por escrito. Se considera que uno de los primeros textos literarios, o al menos del que aún quedan registros escritos, es el Poema de Gilgamesh. Se trata de una narración que fue grabada en tablas de arcilla con escritura cuneiforme, cuya primera versión se remontaría al año 2.000 A.C.
La mayoría de los textos sumerios fueron fijados en tablillas de barro y luego se hicieron diferentes copias. Además de Gilgamesh, otros reyes que formaron parte de la literatura épica de la época fueron Enmerkar y Lugalbanda.
Crearon varias leyendas, pero entre las más importantes se encuentran:
·         Los Pétalos de la Rodocrosia
Tras largos días y noches de andar, el chasqui alcanzó el último tramo del camino que conducía a la morada del Rey Inca. Llevaba una singular ofrenda destinada al gobernante: tres gotas de sangre petrificadas, el precioso hallazgo fue recibido con mucha emotividad. En el Lago Titicaca, en tiempos pasados, se había construido el templo de las aclas: las vírgenes sacerdotisas del Inti. En ese sitio se encontraban anualmente el sol y la luna para fecundar los sembrados y asistir a la sagrada elección de quien heredaría la responsabilidad de perpetuar la sangre inca. Un día el invencible guerrero Tupac Canqui se atrevió a ingresar al sagrado templo, desafiando la tradición incaica. Desde el momento en que descubrió a la bella Ñusta Acla, nació su amor por ella. La sacerdotisa lo correspondió, consciente de ignorar las restricciones del Tawantinsuyo para las elegidas. Juntos, escaparon hacia el sur, buscando proteger el vientre de la Acla lleno de vida. El poder imperial bramó y destinó infortunados grupos armados a castigar a los culpables de la transgresión. Tupac Canquí y la Ñusta Acla se instalaron cerca del salar de Pipando, donde tuvieron muchos hijos descendientes de los Aymarás, que fundaron el pueblo Diaguita. Sin embargo, jamás lograron deshacerse del hechizo de los chamanes incas. Ella falleció y su cuerpo fue sepultado en la alta cumbre de la montaña, él murió poco tiempo después, ahogado en su triste soledad. Una tarde, el chasqui andalgalá descubrió la tumba de la Ñusta Acla impresionado por ver cómo florecía, en pétalos de sangre, la piedra que la cubría. Rápidamente salió del estupor y arrancó una de las rosas para ofrendar al rey inca. El jefe del imperio, aceptando con emoción la flor de la Rodocrosia, perdonó a aquellos antiguos amantes furtivos. En adelante, las princesas de Tiahuanaco lucieron con orgullo trozos de la piedra rosa del inca, símbolo de paz, perdón y amor profundo.

·         Chaya y Pujillay
Cuenta la leyenda que Chaya era una muy bella jovencita india, que se enamoró perdidamente del Príncipe de la tribu: Pujllay, un joven alegre, pícaro y mujeriego que ignoró los requerimientos amorosos de la hermosa indiecita. Fue así como aquella, al no ser debidamente correspondida, se interno las montañas a llorar sus penas y desventuras amorosas, fue tan alto a llorar que se convirtió en nube. Desde entonces, solo retornar anualmente, hacia el mediado del verano, del brazo de la Diosa Luna (Quilla), en forma de rocío o fina lluvia. En tanto Pujllay sabiéndose culpable de la desaparición de la joven india, sintió remordimiento y procedió a buscarla por toda la montaña infructuosamente. Tiempo después, enterado el joven del regreso de la joven a la tribu con la luna de febrero, volvió el también al lugar para continuar la búsqueda pero fue inútil. Allí, la gente que festejaba la anhelada cosecha, lo recibía con muecas de alegría; el por su parte, entre la algarabía de los circundantes, prosiguió la búsqueda con profunda desesperación, aunque el resultado totalmente negativo. Por ello, derrotado, termino ahogando en dicha soledad, hasta que luego, ya muy ebrio, lo sorprendió la muerte.

INCAS


Zona geográfica donde habitaban:
En un principio partió del Lago Titicaca (Bolivia), se instaló en el valle de Cuzco (Perú), sucesivamente abarcó Ecuador, el norte de Chile, el noroeste de Argentina y desde las costas del Pacífico hasta la selva Amazónica.   










































Vestimenta:  
La vestimenta sirvió para diferenciar las distintas etnias y territorios, como así también la clase social. De la misma manera, así como el tipo de ropa utilizada determinaba el origen del inca, también existían un conjunto de elementos que los unificaba: el derecho a llevar uncu, chullu (túnica masculina) y demás adornos que lo identificaban como grupo. Esta metodología se conservó hasta la llegada de los españoles, quienes intentaron unificar, aún más, la vestimenta local, entendiendo que ésta era una sola a lo largo y ancho de todo el imperio. 
Los materiales básicos eran el algodón y la lana, en sus diferentes variantes, alpaca y vicuña. La primera de mayor simpleza y la segunda, destinada a las clases más altas. Famosos por sus tejidos que pueden conocerse hoy en día gracias a la conservación que mantuvieron en virtud al clima desértico y pese a las tumbas en donde se hallaron, las mujeres incas eran las encargadas de hilar y tejer, tanto para el seno de la familia como para los gobernantes, magníficas telas tejidas, en pago del tributo. Los tejidos eran decorados por bordadores especializados; los motivos consistían en formas geométricas e imágenes de animales y seres humanos. A menudo, con este tipo de telas de tapicería se confeccionaban vestidos. 
Asimismo, el vestuario inca se caracterizaba por especial cuidado en el tocado, las clases más altas llevaban la insignia real que consistía en flecos agarrados con un cordón multicolor, adornado en la parte superior con plumas de aves. Las mujeres vestían de manera sencilla. Lo que las diferenciaba a una de otras según su clase, no era la complejidad en la confección sino la calidad de los géneros con que estaban fabricados los vestidos. La ropa típica era una túnica rectangular que se colocaba por la cabeza, ancha, que se ceñía a la cintura con un lazo y cuya extensión llegaba hasta los tobillos. Sobre el vestido, llevaban una capa tejida de alpaca. Las damas de la nobleza tenían el privilegio de llevar telas más sofisticadas y coloridas, como así también capas de vicuña. 
En cuanto al peinado, las mujeres lo usaban con una ralla al medio y muy largo. Al igual que la ropa, que no solo tenía carácter funcional, el cabello también connotaba estados particulares de la persona: durante el duelo se llevaba más corto, como signo de belleza representaba un especial cuidado, etc. Los peinados iban cubiertos con un pequeño manto llamado ñañaca o pancpacuna. 
En relación con la vestimenta masculina, los hombres comunes usaban una especie de poncho llamado onka que, normalmente, era tejido en alpaca. Encima de esta prenda, y en los días de frío, usaban una capa, también tejida, que se llamaba yacolla. 
A ésta indumentaria se sumaba un taparrabo, el wara cicoy, entre las piernas. Para las clases altas cobraba especial significación, la virilidad del portador. Los hombres también llevaban accesorios, que variaban según el rango y la ocasión en que eran usados: peines elaborados con espinas, madera, orejeras y alfileres de cobre, plata y oro. 
































Desarrollo tecnológico:  
Los Incas tenían grandes conocimientos de ingeniería, incluso para los estándares actuales. Un ejemplo de esto es el empleo de piedras de más de una tonelada en sus construcciones (por ejemplo en Machu Picchu, Perú), puestas una junto a la otra ajustando casi perfectamente. Los pueblos tenían canales de irrigación y sistemas de drenaje, lo que hacía muy eficiente a la agricultura. Aunque algunos afirman que los incas fueron los primeros en inventar la hidroponía, la tecnología agraria, aunque avanzada, estaba todavía basada en el suelo. Esta tecnología, que comprendía el uso de bancales escalonados, permitía obtener gran rendimiento del suelo de tierras situadas en fuertes pendientes. 

Arquitectura:

La arquitectura desarrollada en el incario se caracterizaba por la sencillez de sus formas, su solidez, su simetría y por buscar que sus construcciones armonicen el paisaje. A diferencia de sociedades costeñas como la chimú, los incas utilizaban una decoración bastante sobria. El principal material que utilizaban fue la piedra, en las construcciones más simples era colocada sin tallar, no así en las más complejas e importantes. Los constructores incas desarrollaban técnicas para levantar muros enormes, verdaderos mosaicos formados por bloques de piedra tallada que encajaban perfectamente, sin que entre ellos pudiera pasar ni un alfiler. Muchas veces esos bloques eran tan grandes que resulta difícil imaginar su colocación, las mejores muestras de esta habilidad se encuentran en la zona del Cusco. Se sabe que los mejores talladores de piedra eran collas, provenientes del Altiplano y que muchos de ellos fueron llevados al Cusco para servir al estado. 
Características 
Sencillez. Las construcciones incas carecían de adornos o decoraciones complicadas. El tallado, escultura, altos o bajorrelieves no eran utilizados de manera excesiva o decorativa. Ésta austeridad se refleja también en la disposición de los ambientes dentro de los templos, tambos o incluso dentro de la misma habitación del Inca gobernante. 
Solidez y Materialidad. Empleaban la piedra en grandes bloques sin mucha necesidad de utilizar argamasa. Las piedras, que eran gigantes, eran usadas de tal manera que encajaba una con otra.  
Simetría. Los muros incas eran perfectamente ensamblados. Las partes de sus construcciones eran iguales a partir de su eje. En planta, la simetría es difícil de apreciar ya que los espacios eran superpuestos, aunque suelen converger en un ápice o en algunos casos, en una sala principal. 
Monumentalidad. Por sus grandes proporciones. Las piedras, que eran muy grandes, ayudaban a que las construcciones fueran también grandes, por lo que se puede encontrar varios sitios en la ciudad del Cusco con monumentos de piedra bastante grandes. Tenía una adaptación a la topografía y los accidentes geográficos de la zona.  
Formas arquitectónicas incas 
Kancha. Fue la unidad de composición arquitectónica más común, consistía en un cerco rectangular que albergaba tres o más estructuras rectangulares dispuestas simétricamente alrededor de un patio central. Las canchas alojaban por lo general diferentes funciones ya que conformaban la unidad básica tanto de viviendas como también de templos y palacios; adicionalmente, varias kanchaspodían ser agrupadas para formar las manzanas de los asentamientos incas. 
Tambo. Posadas construidas a lo largo de los caminos principales del Tahuantinsuyo, llamados mesones o ventas por los cronistas. Eran edificaciones sencillas de uno o varios ambientes, las cuales eran ocupadas por los viajeros como lugares de reposo. Contenían espacios para el almacenamiento de los suministros necesarios para el sostenimiento de los caminantes. 
Construcciones arquitectónicas 
Muro inca en la ciudad del Cusco. Ruinas incas de Wiñay Wayna. Cusco - Perú. Construcción inca de Ingapirca. Provincia de Cañar-Ecuador. Puerta inca de ingreso a Huánuco Pampa. Huánuco-Perú. Fuerte de Samaipata, de antecedentes preincas y ocupado por los Incas. Departamento de Santa Cruz-Bolivia. 













Formas de escritura:
Al hablar de escritura inca, se hace referencia al medio por el cual los Incas pudieron haber expresado en distintos materiales, textos o poemas de su lengua franca: el quechua. Actualmente es un poco osado hablar de una escritura inca puesto que no se conoce por tradición algún método en que la población inca halla dejado relatos; sin embargo, no son pocos los investigadores e historiadores que se aventuran a decir que la civilización inca, con su estado tan desarrollado, el Tawantinsuyo, debió buscar y hallar una manera de dejar "escrita" su historia y relatos.  
Posibles sistemas de escritura 
Decodificando Quipus 
Representación de un quipu. Es de recordar al respecto que en los Andes no se conocía la escritura con caracteres sobre una superficie, tal y como se entiende en occidente, pero los quipus parecen haber sido una eficaz herramienta mnemotécnica en las labores administrativas de la civilización Inca y que podrían haber servido para recordar hechos acontecidos. 
William Burns Glynn plantea que los quipus eran libros con una escritura alfanumérica donde los números simbolizados en cada nudo representan una consonante de la lengua quechuay, a su vez, tienen una equivalencia con los dibujos geométricos utilizados en cenefas textiles y en la alfarería, con lo cual ellos también se convierten en textos de escritura incaica. 

Producción literaria:

Antes de la conquista española existía una rica y variada literatura oral en el área del Imperio inca. Algunas muestras de poesía religiosa, narraciones y leyendas quechuas han llegado a nosotros gracias a que fueron transcritas por cronistas como Cristóbal de Molina, el Cuzqueño, autor de Fábulas y ritos de los incas (1573); Santa Cruz Pachacuti, indio evangelizado defensor de la Corona española, que escribió la Relación de antigüedades de este reino del Pirú (1613), donde describe la religión y filosofía quechuas y recoge en lengua quechua algunos poemas de la tradición oral; el Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616); y Felipe Guamán Poma de Ayala cuya obra Nueva crónica y buen gobierno permite reconstruir buena parte de la historia y genealogía de los incas, así como numerosos aspectos de la sociedad peruana posterior a la conquista. No existen registros escritos de sus textos literarios, sino existen  relatos que pertenecen a su tradición oral y que fueron transcriptos por los conquistadores españoles y sus cronistas.
Gracias a ellos y a otros cronistas del siglo XVII, una parte de este legado pervivió y es una fuente viva para la literatura posterior. Esa labor fue continuada mucho después por antropólogos, historiadores e investigadores modernos y contemporáneos; en este siglo, uno de los más influyentes es José María Arguedas, importante también por su obra novelística, que subraya la importancia del carácter bilingüe y multicultural del Perú.

El pueblo Inca no conoció la escritura, pero esto no fue obstáculo para que desarrollaran una literatura en lengua quechua en géneros como el épico, el dramático y el lírico. Existían las  poesías como los lli, que eran una especie de himnos guerreros, o los Harawi, que, por el contrario, eran canciones de amor y de ausencia. 
El género más característico fue la crónica. Entre los cronistas que nacieron en el Cusco o que crearon su obra en la antigua capital incaica destacan Inca Garcilaso de la Vega, con sus "Comentarios Reales de los Incas". El Inca Garcilaso de la Vega (1540-1616) es, sin embargo, quien alcanza estatura universal.  Garcilaso es ante todo el autor de esa mezcla de crónica histórica, literatura y autobiografía que son los "Comentarios Reales de los Incas", libro en el que el Inca hace una reconstrucción de la vida en el imperio de los incas. 
En los Comentarios Reales, se preocupa por el rescate de la cultura y la verdad de los incas en contra de las malas interpretaciones españolas.

La literatura del Cusco republicano está marcada por la preocupación que los artistas sienten por la situación de postración en que viven las masas indígenas, así como por el afán de revalorar y rescatar las más diversas expresiones culturales de este sector por entonces mayoritario de la población. En la narrativa, esto se tradujo en el surgimiento de la novela indigenista, cuyas primeras manifestaciones las encontramos en el siglo XIX.  
La poesía es el género preferido por varias generaciones de escritores cusqueños a lo largo del siglo XX, pero son sobre todo, dos los que destacan y cuya obra trasciende los marcos locales, Luis Nieto Miranda (1910-1998) y Andrés Alencastre (1911-1983); el primero, un exponente del "cholismo", una vertiente de la poesía peruana que revalora las expresiones culturales de los mestizos o "cholos", y el segundo, el más importante cultor en el Perú de la poesía en idioma quechua.
Otro momento interesante de la literatura cusqueña colonial está relacionado con el quechua y se produce a partir de fines del siglo XVII. Por entonces, el nacionalismo en germen de sectores criollos hace que se empiece a producir una literatura en el idioma nativo que busca adueñarse del pasado incaico. Tal es el caso, por citar sólo los ejemplos más representativos, de los dramas en que chua Uscar Pauca y Ollantay. De hecho, algunos estudiosos consideran que el período que va de fines del siglo XVII a finales del XVIII, es el "siglo de oro" del quechua literario. 

El OLLANTAY:

Es un texto dramático descubierto en 1770 por Antonio Valdés, en Cuzco. La riqueza de su trama y el realismo de sus caracteres han atraído a estudiosos de distintas épocas y originando una polémica acerca del verdadero origen de la obra. La acción ha sido organizada en dos tiempos: la primera parte transcurre durante el reinado de Pachacútec y la segunda, en la época de Tupac Yupanqui en el siglo XV.

Cuenta con cuatro núcleos argumentales:

· el nacimiento del amor de Ollanta por Coyllur;
· la negativa del Inca en cuanto a permitir un matrimonio contrario a las leyes divinas;
· el rebelión de Ollanta;
· el final feliz como reconocimiento a la valentía del guerrero.

El Ollantay fue para algunos, compuesta durante el dominio inca por un poeta no identificado y ha llegado hasta nosotros por transmisión oral. Y para otros, la obra fue compuesta en el período precolombino.
Esta obra fue escrita en verso y está dividida en cuatro actos. En esta obra se unen elementos naturales y sobrenaturales.
La secuencia dramática alcanza su clímax con el enfrentamiento de Ollanta, que regresa triunfante a poner su victoria a los pies de su señor.